El agua que trabaja

2021-12-27 11:32:15 By : Ms. Rebecca Kim

Marcelo Velilla es responsable de un emprendimiento único en la provincia: en «Hidrocorte Pampa» ofrecen un servicio de corte de todo tipo de materiales y espesores a través de un chorro de agua. Desde piezas industriales hasta artísticas.

«Es como una hidrolavadora grande», dice Marcelo y en solo una frase corta resume muy velozmente todo un proceso que se destaca, entre otras cosas, por la rapidez y por la exactitud. Y que tiene en el agua el factor clave para desarrollar un trabajo poco conocido, al menos en La Pampa.

«Cuando le decís a la gente que hacés cortes por chorro de agua se quedan extrañados, no saben de lo que hablás. Cuando uno no conoce algo es difícil confiar y siempre se elige ir a lo seguro, a lo ya probado. Yo arranqué hace dos años y todo lleva su tiempo. Está claro que la máquina ofrece la posibilidad de hacer todo un trabajo de manera rápida y con la mayor eficacia», detalla Marcelo Velilla (52 años) sobre Hidrocorte Pampa, la pyme que lleva adelante luego de dejar atrás casi 40 años de un rubro completamente diferente.

«Durante 36 años tuve la rotisería Las Malvinas (sigue en su tradicional lugar de Chile casi avenida Uruguay), pero vendí la llave y me puse a ver qué podía hacer. Quería hacer algo innovador, que no se hiciera acá. Charlando con amigos y navegando por Internet me interesó muchísimo esto del hidrocorte. Y me metí con todo. Ya alquilaba el galpón donde guardaba distintas cosas así que con los ahorros que tenía más la venta de varias cosas (entre ellos autos antiguos) pude comprarla y empezar a trabajar».

La máquina la compró en Buenos Aires. Según Velilla ese tipo de servicio se brinda en algunos lugares de esa provincia y también en Rosario, por eso en La Pampa era algo desconocido y sin antecedentes. Puede cortar vidrio, mármol, porcelanato, acero inoxidable, galvanizado, hierro hasta cuatro pulgadas.

«También podés cortar algunas maderas, y en diez minutos podés tener el trabajo listo. Lo bueno es que no calienta el material, no lo dilata, porque trabaja con agua. No altera nada porque no tiene temperatura, entonces terminaste de cortar la pieza y la agarrás con la mano. Cuando me preguntan digo que funciona como una hidrolavadora, es una hidrolavadora grande, es un hilo de agua lo que sale. El orificio por donde sale el chorro tiene 8 décimas, solo que tiene tanta potencia que permite el corte de casi cualquier material».

Marcelo trabaja en un galpón de la calle Roque Sáenz Peña, en Santa Rosa, y al ingreso hay una oficina donde atiende Sofía. Ella se encarga de recibir la información de los clientes, hace los presupuestos, los planes y los carga en un pendrive para que Marcelo directamente haga trabajar la máquina con los cortes.

«Sofía fue fundamental para arrancar con el emprendimiento porque ella estudió en la EPET y ya sabía manejar un torno CNC, así que ella me enseñó a manejar la máquina. Cuando la instalamos vino un técnico una semana y ella fue recibiendo toda la información que complementó con sus conocimientos previos. Yo venía de un rubro completamente diferente -el gastronómico- así que su presencia fue clave para enseñarme», resalta Marcelo.

Detrás de esa historia hay una historia que se escribió un tiempo antes, exactamente en septiembre de 2011 cuando este diario publicó una nota en la que se revelaba que un Torno Turn Master 410 CNC, perteneciente a la EPET 1 de Santa Rosa, llevaba años sin funcionar, a pesar de la necesidad de los alumnos de capacitarse con tecnología de última generación.

La noticia sobre el fraude educativo resultó un cachetazo para las autoridades y el mismo día de la publicación, en un parte de prensa oficial se informaba que un técnico piquense (Marcos Daniel Ramos) se había ofrecido desinteresadamente para arreglarlo: en un rato, con solo tocar dos o tres botones adecuados, puso en marcha el costoso equipamiento.

«Me surgió la inquietud cuando leí la nota publicada en la tapa de LA ARENA», relató Ramos en ese momento. Y ese torno es el mismo que tiempo después le permitió a Sofía (y a muchos otros y otras estudiantes de la EPET) aprender a manejarlo y, hace dos años, complementar su conocimiento del secundario con la máquina de hidrocorte.

Para Marcelo la gran apuesta es que el servicio se conozca, que la gente se anime a un servicio nuevo y, en paralelo, desarrollar una tarea más industrializada. «Hay mucho desconocimiento sobre el servicio de la máquina y es natural que así sea, por eso busco que la gente se acerque y conozca. A lo que apunto también es a hacer cortes en serie o repetidos: se carga el plano y la máquina puede trabajar horas hasta dejar todo listo y es más redituable que un pedido personalizado, que por supuesto también lo hacemos. Las posibilidades de hacer cosas son infinitas».

La tecnología de chorro de agua es un proceso de corte en frío que corta mediante un flujo supersónico de agua pura, o bien agua con abrasivo que erosiona el material. Gracias a ello, los chorros de agua tienen una capacidad de corte casi ilimitada.

En el caso de la pyme santarroseña la máquina funciona con el chorro de agua con abrasivo, que se genera de la misma manera que el de agua pura «pero en una de las partes del cabezal de corte arrastra el abrasivo que acaba mezclándose con el chorro de agua. El flujo de agua abrasivo resultante es capaz de cortar materiales duros», explica Marcelo.

La pileta tiene unos 4 mil litros de agua, una cantidad imprescindible porque la potencia del chorro, de no ser por el «colchón» que significa ese agua, rompería la superficie de dicha pileta.

«Cuando el abrasivo se acumula en el fondo hay que vaciarla y con una pala y un contenedor sacar todo el barro y limpiarla, es todo un proceso que lleva trabajo pero que garantiza el mejor funcionamiento», dice Marcelo mientras pone en marcha el mecanismo de una «hidrolavadora» que mucho más que lavar autos, corta lo que sea. Y de manera rápida, eficaz y estética. Exactamente como el cliente lo pida.

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